El General Jose Antonio Páez, Litografia de 1858 de Francois D´Avignon |
El General José Antonio
Páez falleció en Nueva York el 6 de mayo de 1873, cuando contaba con 83 años de
edad. Su muerte se produjo a las siete y veinticinco de la mañana, en una modesta casa marcada con nro. 42 de la calle 20 este, Asistido por el Médico A.K Gardner, muere a causa una bronconeumonía, resultado de un fuerte resfriado, probablemente adquirido en los paseos a caballo que acostumbraba a realizar por Central Park en las semanas
previas a su fallecimiento, debido al frio clima Neoyorkino.
Fue el
más longevo de todos los próceres
de nuestra independencia y como tal quien más actividad militar y política desarrollo.
Para
el momento de fallecer, estaban a su lado, su hijo Ramón Páez Ricaurte y muchos
emigrados políticos como él, la mayoría cubanos, que le amaron y le respetaron
en vida, recordando la excelente disposición que mantuvo Páez, de obedecer la
escogencia que de él hizo el Libertador Simón Bolívar,
para conducir y mandar una expedición a Cuba, con miras a consolidar la
independencia de esa isla caribeña y quisieron tributarle en sus últimos
momentos una prueba de ese amor y ese respeto que por tantos títulos era
acreedor el anciano General venezolano.
En
la prensa americana de ese día 6 de mayo, aparece lo
siguiente: “…Murió pobre, emigrado de su país natal, del suelo que libertó con
su pujante lanza, con el fuego de su corazón y con la energía de su espíritu
ardiente como el sol que baña los inmensos llanos que fueron la cuna de este
ilustre campeón de la independencia americana; como si la
Providencia hubiese querido recibirle en su seno maternal, en los momentos de
su muerte, en la misma condición humilde y sencilla en que le dio el soplo de
vida en la ignota y pobre villa de Araure…”
Había muerto casi en la miseria y en
sus últimos años se le veía llevar una vieja ropa para ser remendada. Su
cadáver fue embalsamado gratuitamente por el médico cubano Federico Gálvez.
Su
cadáver sería sepultado en una parcela municipal del Marble Cementery por no
contar con dinero suficiente para adquirir una privada. Alli permaneció durante
15 años y estuvo a punto de ser colocado en una fosa común por cuanto no había
dejado bienes de fortuna a sus familiares para que estos cubriesen los gastos
de un sepulcro digno y privado
Tomas Michelena en
su obra Resumen de la vida Militar y Política del Ciudadano
Esclarecido General José Antonio Páez (Tipografía El Cojo,
1899) describe el hecho de la siguiente manersa: “… ayer por la mañana a las 10, los amigos
personales del muerto, inclusive los doloridos, se reunieron en la última
morada de la Calle 20 del Este, para dar la última visita
a sus restos. - A las diez y cuarto salió el féretro entre las lágrimas de los
dolientes, y fue colocado en un sencillo carruaje tirado por dos caballos.
Sobre el féretro había dos banderas americanas, una de las cuales hecha de seda
y terciopelo y hermosamente bordada en plata y oro, había sido presentada por
el propio General Páez al Mayor A.E. P. Green quien comandaba la tropa
que escoltó al caudillo al buque que lo llevó a
Venezuela, en la primera partida de esta ciudad a su Patria… …El carruaje y el
acompañamiento compuesto de una docena de coches, llegaron a la Iglesia Católica Romana
de San Esteban (sic) a las diez y media de la mañana. Ya a esta hora estaba
llena la hermosa iglesia por todas partes. El féretro fue llevado al
pie del presbítero y colocado sobre unas andas a cuyos lados había seis
candelabros con velas encendidas. Sobre el ataúd había cuatro guirnaldas de
flores, mientras a la cabeza y pies estaban colocados en posición recta dos
cruces de flores siemprevivas…”
“…Posteriormente fue llevado al
Marbel Cementery y depositados temporalmente en una bóveda a la espera que el
Gobierno y el pueblo de Venezuela reclamaran los restos de aquel patriota
para ser sepultados con honores militares…”
General General José Antonio Páez Foto de Federico Lessman, Col. Museo Bolivariano Caracas |
Circular del Comité que organizó las exequias del General Páez en Nueva York-1888 |
Trascurre el
día 7 de abril de 1888, cuando en horas del mediodía, el Fortín El Vigía del
puerto de la Ciudad Histórica La Guaira, con repiques de campaña y con su
conocido código de señales anunciaba que había “fragata americana a la vista”,
lo que produjo una gran excitación entre el pueblo del puerto que esperaba el arribo
de dicho navío. La fragata extranjera era el “Pensacola”, que había salido de
Nueva York con los restos del ilustre venezolano el día 24 de marzo, después de
haber permanecido cuatro días en capilla ardiente las cenizas del héroe,
recibiendo los más grandes honores del pueblo del pueblo norteamericano.
Honores en capilla ardiente en Nueva York en 1888 |
Exequias militares rendidas a José Antonio Páez (Foto. Fundación Jhon Boulton) |
Salida del féretro por la Plaza del Central Park por la Calle 59 oeste (Foto El Cojo Ilustrado 1896) |
Procesión de los restos de José Antonio Páez por la 5ta. Avenida de Nueva York (Foto. Fundación Jhon Boulton) |
La procesión bajando por la Plaza y Parque Mádison y la 5ta. Avenida (Foto El Cojo Ilustrado 1896) |
Llegada del carro fúnebre al embarcadero de Nueva York. (Foto Fundación Jhon Boulton) |
La banda marcial y guardia de honor esperando el féretro en el embarcadero de la Calle 26 este (Foto El Cojo Ilustrado 1896) |
Honores militares al féretro en el embarcadero (Foto El Cojo Ilustrado 1896) |
Embarque de los restos en la fragata Americana Pensacola (Foto El Cojo Ilustrado 1896) |
Embarque del féretro en el remolcador para ser conducidos a la fragata (Foto El Cojo Ilustrado 1896) |
A las dos de la tarde atracó el buque
de guerra en la rada del puerto de La Guaira, e inmediatamente todos los buques surtos en el puerto
izaron las banderas a media asta, lo mismo hicieron los dueños de los edificios
públicos y casa particulares.
Como era día sábado, las autoridades
decidieron que el desembarco de los restos fuese el lunes siguiente, o sea el 9
de abril de 1888.
Fragata Americana Pensacola (Foto de 1898) |
Ese día escogido, a las nueve y quince de la mañana, se desprendió de la fragata una falúa pintada de negro y con el tricolor patrio adornado de un crespón negro, en donde fueron colocados los restos mortales del héroe. Enseguida, el General Carlos Ferrero, con precisión y gran lucimiento inició la marcha naval hacia los muelles, haciendo escolta de honor a la falúa en la cual venían los restos del General Páez, todos los botes y lanchas que se encontraban fondeadas, siempre con las banderas a media asta. En varias lanchas venían unos marinos de la fragata “Pensacola”, quienes al desembarcar rindieron honores en correctas formación. En el momento del desembarco, la fragata hizo una salva de despedida de 21 cañonazos.
Los pilares del muelle habían sido vestidos
con tela blanca, artísticamente cruzadas con cinta negra, sosteniendo 36
trofeos formados por las banderas de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú,
Bolivia. En el centro de cada trofeo iba un escudo orlado de laureles, donde se
grabó el nombre de alguna batalla de nuestra independencia en la que hubo
combatido Páez.
El techo que cubría el muelle estaba
cubierto de bambalinas con los colores nacionales, completándose así adorno del
sitio de llegada. Para mayor realce del acto, el piso del muelle había sido
enarenado convenientemente y se colocaron alfombras en el centro del mismo.
Al atracar la falúa con los restos de nuestro héroe, toda
aquella inmensa multitud que esperaba en silencio, se descubrió respetuosamente
y sombrero en mano permaneció hasta que los restos del General José Antonio
Páez fueron colocados en un vagón del ferrocarril, que había sido acondicionado
para dicho evento. Enseguida, el General Jacinto Regino Pachano en emocionado
discurso hizo entrega de tan preciosa reliquia a la Directiva de La Guaira
encargada de recibirla. También manifestó su agradecimiento al Gobierno y al
pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica por los actos celebrados en Nueva
York, y que él había tenido la oportunidad de presenciar. El General Juan
Bautista Arismendi, tomó la palabra para decir entre otras cosas: “En nombre de
la Junta Directiva que tengo el honor de presidir, recibo las gloriosas cenizas
del héroe de nuestra independencia que fatigó a la historia con sus hazañas y
cuyos sacros restos la Patria espera para colocarlo en el templo de la
inmortalidad, al lado del gran Bolívar y sus otros compañeros de gloria. Allí
reposarán esas reliquias veneradas y servirán de estímulo a las generaciones venideras
cuando se trate de la honra de la Patria…”.
Junto con la
multitud había un grupo de señoritas, quienes vestían trajes similares a los
usados en la época romana, y que representaban a las naciones bolivarianas. Al
lado de cada una de ellas, se había colocado un general venezolano, portando la
bandera de cada una de esas naciones hermanas, excepto la venezolana que la
llevaba el Cónsul de los Estados Unidos de Norteamérica, señor Winfild S.
Bird, como homenaje al país que había recibido con fraterno
cariño a nuestro destacado venezolano fallecido.
Las banderas
bolivarianas las portaban los generales Tito Alfaro, Alfredo Sarría, José
García y Esteban Aranda. Las banderas de los Estados Unidos la sostenía el
General Juan Bautista Arismendi, quien presidía la Junta Directiva de la
Comisión por La Guayra. Una banda marcial ejecutó el Himno de Venezuela
mientras toda la oficialidad y tropa se cuadraba. Luego fue ejecutado el Himno
de los Estados Unidos.
El desfile
desde los muelles hasta el vagón del ferrocarril se organizó así: a la
izquierda los soldados venezolanos y a la derecha la tropa norteamericana
formada por marinos. En medio de estas dos columnas y detrás del féretro venían
los familiares de Páez; la comisión venezolana y el comité de Nueva York,
encargados de la repatriación de los restos del héroe; el comandante de la
fragata, Capitán Arthur R Yates y el Segundo Comandante, W. Reisinger; la
oficialidad de la nave norteamericana; los prominentes jóvenes del litoral; Miguel
Castillo Rivas, César García Monjuí, Juan Francisco Hernandez, Luis Castillo
Rivas, Carlos Hellmund, Froilan Monteverde, Ramón de Lergórburu, Enrique
Abadíe, Martín Anderson, Enrique Olaizola, Prudencio Gutierrez, Pedro Dominguez
Gil, Lorenzo Badillo, Porfirio Tamayo, Pedro Díaz Otero, Ramón S. Gosling,
Heriberto García Monjúi, Juan Guerra Ciasneros y Manuel Badillo. La Junta
Directiva de La Guayra hizo entrega de un bello ramo de flores para ser
colocado sobre los restos mortales.
Honores militares rendidos a Páez frente a la Casa de la Aduana en La Guayra (Foto Fundación Jhon Boulton) |
Cuando el
vagón del ferrocarril terminó de llegar a la estación situada frente a la casa
de la Aduana, hoy casa Guipuzcoana, los marinos de la fragata y tropa
venezolana, presentaros armas de frente, mientras que un grupo de hermosas
damas del litoral lanzaban una lluvia de flores desde la casa de la Aduana.
La Junta
Directiva de La Guayra, presidida por el General Juan Bautista Arismendi,
procedió a colocar sobre el féretro situado en el vagón especial, las insignias
y objetos siguientes: Charreteras de General en Jefe, el bastón de mando, el
sombrero y la magnífica espada que perteneciera al General Juan Bautista Arismendi;
la barra de oro que fue del General Miranda; una hermosa bandera venezolana de
seda y una preciosa corona de inmortales entretejida por un tul negro con
flecos de plata y sujeto con un gran lazo tricolor, también le fue ofrendada la
bandera de los Estados Unidos que vino cubriendo la urna desde Nueva York.
La señoritas
que representaban las naciones bolivarianas, tomaron cada una uno de los
cordones de seda con borlas de oro de la urna que contenía los restos, mientras
que la otra mano llevaban cestas colmadas de flores para regalarlas al paso. Estas
señoritas eran: Luisa Aurora Arismendi, nieta de Luisa Cáceres de Arismendi;
Dolores Arismendi, prima hermana de la anterior; María Teresa Smith, bisnieta
del prócer Guillermo Smith; Isabel Golding, bisnieta del Almirante Luís Brión;
y Marta Teresa García, nieta del Capitán de Navío Jose María García. Representó
a los Estados Unidos, la señorita Ana Teresa Arismendi también nieta de Luisa
Cáceres de Arismendi y del General Juan Bautista Arismendi.
En horas del
mediodía se ofreció un banquete en la Casa Guipuzcoana al Comandante y
oficialidad de la nave “Pensacola”, entregándosele como recuerdo, una hermosa
bandera venezolana. Mientras tanto, seguía llegando gente del pueblo a la
estación del tren para darle el último adiós al General Páez. A las tres de la
tarde partió el tren hacia Caracas, adonde eran conducidos para que reposaran
para siempre en el altar de la Patria.
Jóvenes de Caracas vestidos con el uniforme de los Husares de Páez a la espera para el traslado de las cenizas del General José Antonio Páez al Panteón Nacional |
José Antonio Páez (Foto anónima, 1863) |
Epitafio del General José Antonio Páez, publicado en año 1888 en el Cojo Ilustrado |
Artículo editado por: Whylmhar Daboín
Mi General en Jefe José Antonio Páez y Herrera, yo fuí un preclaro negador de su estatura de gran militar y estadista, y ahora que soy francmasón Past Master Grado 33º, reconozco sus virtudes, y al leer su autobiografia y su última partitura musical, no me queda m´ñas que decirle, que usted es el simbolo de la grandeza humana encarnada en su persona, que el Gran Arquitecto del Universo lo tenga en el Oriente UNiversal a su lado com una de sus más lucidas lanzas siempre prestas al comabte tesonero y diario, Salud Mi General en Jefe e Ilustre y Poderoso Hermano Jsé Antonio Páez y Herrera, el Centauro de ls llans venezolans y León de Payara, glorias eternas a su nombre, León Morales, bisnieto del General Lino Aranguren Castro, Ilustre Procer de la Guerra Federal y quien como masón vio llegar sus inmaculados restos, a esta mi tierra guaireña.
ResponderEliminarCabe destacar, que el Dr. Antonio José Páez en la pared de su oficina en la Electricidad de Caracas en San Bernardino en Caracas en la decada de los años 80 del siglo pasado, tenía un inmenso cuadro de su bisabuelo el General en Jefe José Antonio Páez y Herrera y conservaba en su poder una lanza briosa y muy hermosa, en donde se veía la guaica de metal incrustada en una vara de cuatro metros de largo más o menos; en donde él nos explicó como su antepasado en las cargas de caballería embestía a sus enemigos en el campo de batalla, como lo hizo en la batalla de “Las Queseras del Medio” en las sabanas de Apure.
ResponderEliminarAl Dr. Antonio José Páez se le notaba su resentimiento hacia la amante que tuvo su ilustre bisabuelo, en ese caso a Barbarita Nieves. Para él esa mantuana fue una impostora en la vida de su familia. Inclusive, conversamos larga y sostenidamente sobre la presencia del General Páez en la casa de la familia Carranza en Argentina; ya que allí habíamos estado en varias ocasiones en el año 1.978.
Él me habló de los descendientes de su bisabuelo en el Uruguay y en los Estados Unidos de América (USA); como de algunos hijos naturales que él tuvo; y de la defensa que su honorable bisabuela doña Dominga Ortiz le hizo al General Páez cuando estaba preso y en manos de la dinastía Monagas, que de hecho eran familia de su apreciada y siempre recordada matrona; la misma que se batió con su bien amado esposo en la gloriosa batalla del Yagual.
Sin embargo, hay una pieza musical escrita por el General José Antonio Páez y Herrera titulada: “La flor del retiro”. La partitura original la hizo para piano en la ciudad de Buenos Aires en 1.868 y pareciera que estuvo dedicada a su bien amada Barbarita Nieves, aún cuando no la menciona; manifestando en esa partitura musical su despedida del mundo político de aquel entonces.
Qué triste es la vida, de luto cubierta,
Llevando en el pecho oculto un dolor,
Que triste es el alma que se halla desierta
Sin fe ni esperanza sin dicha ni amor;
Que triste es el llanto que corre, inclemente,
Nublando los ojos quemando la faz;
Que tristes es la queja del alma doliente
Que mira perdida por siempre la paz.
Que triste el recuerdo, que pesa en el alma,
De aquellos en sueños felices de ayer:
Son tristes las horas que ruedan en calma,
Llevándose infaustas del hombre el placer.
Qué triste es la noche, tranquila y oscura,
Sin que se perciba si quiera un rumor;
Muy triste es la noche que al hombre le augura
Penas sempiternas, profundo dolor.
¿Cómo podemos catalogar de traidor a un guerrero inmortal como lo fue el General en Jefe e Hijo Benemérito de la Patria, José Antonio Páez y Herrera?
¿Y nosotros no pudiéramos estar en igual condición según el lado político en donde nos desenvolvamos y critiquemos dentro de nuestras propias filas?
El general Paez fue el primer Gran Soberan Encomendador del Grado 33 para Venezuela y me siento feliz al ser uno de sus grandes inspectores generales, pido disculpas por haber sido tan ingrato con ese gran guerrero de Mucuritas y Carabobo, su canción aqui burilada es su despedida como un hombre acabado en sus bienes materiales y espirituales, quedando deambulando a su longeva edad or toda la América, en donde los masones les extendieron pensines militares po haber sido el más grande lancero entre los libertadores del nuevo mundo, glorias eternas para ti Ilustre y Poderoso Hermano allá en el Campamento Eterno ante la miurada radiante del mas grande de todos los francmasones, el Gran Aquitecto del Universo, fraternalmente, León Manuel Morales, Oficial de Marina Mercante, Patrimonio Cultural Viviente del Edo. Vargas, Past Master Grado 33º, celulares 04269006413 04127308823 mblp2004@yahoo.com.
Gracias Taramas por sus comentarios, son muy enriquecedores para nuestra historia.
ResponderEliminarLa historia del Gran Centauro, en verdad, no tiene parangón. Me rindo en elogios ante el pueblo norteamericano que supo valorar en su justa dimensión y sin mezquindades de ninguna índole la trascendencia y estatura militar del héroe, que de paso, supo cultivar su inteligencia en diversas facetas para reconocimiento y asombro del mundo de su época. Hoy más que nunca, el hombre y mujer actuales ven en José Antonio Páez al hombre inmortal, valeroso, sencillo y desprendido, al gran patriota merecedor de los más grandes honores y elogios que republicano alguno pueda recibir. Mucho me gustaría también, que algún honorable historiador nos ilustrara más sobre su primera y muy digna compañera, Doña Dominga Ortiz. Saludos!!
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ResponderEliminarHombre bergatario y de inmenso valor el que hizo correr a Pablo morillo el que hizo temblar al temible napoleón bonaparte el hombre de la lanza ensangrentada el héroe de carabobo y el segundo libertador sera revocado como el tigre de las queseras del medio el sentauro de los llanos el temible catire paez el grande de todos los tiempos
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ResponderEliminarSiempre he sido gran admirador del Gral. Jose Antonio Páez, el que nos dió a todos nuestra nacionalidad venezolana, o mejor dicho, la "venezolanidad". Nacido a las orillas del Rio Curpa, en una humilde casa, pasando por peón del hato La Calzada, bajo las caprichosas órdenes de Manuelote, el inclemente y malintencionado capataz, hasta convertirse en la Primera Lanza de Venezuela : Banco de Chire, Mata de Miel, El Yagual, Mucuritas, La Toma de Las Flecheras, Las Queseras de Medio, culminando en La Batalla de Carabobo y la toma del Castillo de Pto. Cabello, no hay Homero ni Plinio que puedan haber relatado una historia tan prodigiosa como es la vida de éste increible llanero. Estoy completamente de acuerdo con el amigo Reinaldo Colmenares, pues Estados Unidos, recién salida de una cruenta Guerra Federal, pudo apreciar la trascendencia de estadista y estatura militar de nuestro heroe, grabándolo en la bitacora de la historia militar de las naciones, para la Divina Providencia y Posteridad. No hay homenaje lo suficientemente digno para éste gran venezolano, que fué en vida y seguirá siendo en la eternidad la luz de la grandeza encarnando el espíritu más ilustre de humildad, compasión, tenacidad, inteligencia, valor y destreza jamás visto juntos en persona alguna. Me rindo en ovaciones a Ud., mi querido Gral. Páez. Ayudenos a salir de éste atolladero tan horroroso en que se encuentra sumida nuestra Patria hoy.
ResponderEliminarCaballo negro, retinto ! ...
ResponderEliminarLas suertes están truncadas,
Hasta hoy me cargastes en vida,
Desde hoy, me cargas en la muerte.
Hoy se cumplen 226 años del nacimiento de nuestro aguerrido llanero.
ResponderEliminarQue cosas me hubiera gustado que mi papà leyera esta información,un masón admirador de Paez de sus hazañas en la guerra de independencia,el mas grande de los héroes,muchas fotos en EEUU con Honores y su Patria dos fotos y nada de sus restos,esperemos no lo hayan incinerado. Gracias por su Blog
ResponderEliminarTraidor de Bolivar, entregó a Jackson la heroica FLORIDA
ResponderEliminarJosé Alfredo Sabatino Pizzolante
ResponderEliminarEstimado Sr. (Dr.) Sabatino,
He leido con arduo interes su relato de este hecho de armas que fue uno de los mas relevantes, si no tal vez el mas importante, de la rendicion final del poderio español en Tierra Firme (de nuestra Guerra de Independencia), y que le dio a La Gran Colombia, finalmente su status de nacion independiente (no vendriamos a ser reconocidos por Inglaterra sino hasta 1825, y por España en 1842 como nacion (es) independientes).
Creo que si Paez recordo correctamente el numero de bajas que los españoles tuvieron, y a la luz de que fue un ataque sorpresa ejecutado con la major sagacidad (como el de Las Queseras ( o Mata del Herradero )), donde las bajas de los patriotas solo fueron dos, de los 153 lanceros), habria que reconocerle a Paez, por la misma razon, que el numero de bajas patriotas es correcto tambien. No entiendo porque ponerlo en tela de juicio.
Lo otro es que el SI estuvo con los de la compañia del Batallon Anzoategui que lidero el ataque, junto con el Mayor Manuel Cala, Marcelo Gomez, José Andrés Elorza, Francisco Farfan y demas valientes que hicieron de punta de lanza de la compañia del batallon y los 100 lanceros, todos compañeros del General Paez, todos acostumbrados a los rigores de la guerra y hasta sedientos del placer de saborear el peligro de primera mano, todo por retener la Gloria, y ser asi recordados en la Posteridad ( no como los falsos gobernantes que tenemos ahora, que esos si tergiversan los hechos, hasta los ocurridos durante nuestra propia existencia. Es un verdadero insulto a nuestra inteligencia ). Dudo de que Paez, en su denodada forma de ser y dilatada humildad, pudiese mentir, lo que es mas, haber vivido en la vergüenza; alardeando un triunfo que no fue de la forma que el lo relata. De su autobiografia, hay innumerables ejemplos de su sencillez como ser humano, humildad, valor y de reconocimiento de los meritos hasta de sus mas enconados adversarios. ( Larrazabal fue un historiador que se dedico a calumniarlo, porque era un avido liberal amarillo ). Lo que es mas meritorio aun de Paez, es que el mismo ( con ayuda de Ms. Pinky como mecanografa ), redacto y escribio sus memorias, como Ud. bien lo ha dicho, en el ocaso de su vida (cuando la luz ya casi se le apagaba !! ( para ser mas exactos ), de lo olvidado del mundo y pobre que estaba, y en New York, Estados Unidos ), y que el SI tenia algunos documentos en su poder (archivo), como proclamas y Cartas del Libertador dirigidas a el, y sus respuestas a estas. ( y de Santander y otros personajes tambien ). En lo que Ud. se equivoca fehacientemente es que Paez NUNCA vio sus memorias publicadas en su vida – las publico su hijo Ramon, y eso despues de tocar en muchas puertas para lograr su publicacion.
(continued)
(followed by)
ResponderEliminarYo, como buen venezolano, creo cada una de las palabras en la autobiografia de Paez, pues fue un ser prodigioso. Si, tal vez cometio errores, como todo ser humano, pero nunca fue mal intencionado ni promulgo enriquecerse a costa de otros. Fue su buena estrella que le guio con buena fortuna, a hacer dinero, y su talento como buen negociador de ganado (aprendido desde muy temprana edad, ya por esos tiempos de Mayurupi). Despues, como todos en este mundo que son desprendidos de lo material, y profesan el mas sincero interes por el destino de la patria, y de sus conciudadanos, murio sin un maravadi, en una modesta casa marcada con nro. 42 de la calle 20 este de la metropolis estadounidense . (ver: http://patrimoniodevargas.blogspot.com/2012/03/llegada-de-los-restos-de-jose-antonio.html) del Antropologo Abílio J. De Oliveira Simao.
Como le dijo Bolivar a su entrada a Venezuela desde Bogota, el 15/11/1826: – «Puerto Cabello es el monumento mas grande de su Gloria, General, quiera Vd. lo pueda conservar y que sobrepase la mia. Esto lo digo con la mayor sinceridad, pues no tengo envidia a nadie «. Creo que si Bolivar dijo esto, relevo de pruebas sobre los hechos.
Aprovecho por aca para hacer promocion de mis libros, estrenandolos justo con motivo del Bicentenario de la Segunda Batalla de Carabobo (1821-2021), y de la Toma de (la Plaza) de Puerto Cabello (1823-2023). Abajo las direcciones URL (links).
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